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27 Noviembre 2018 | Roberto Sadovski

5 películas para entender la carrera de Bernardo Bertolucci

El director italiano murió a los 77 años y dejó un legado de arte, política y sexo

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(Foto: Getty Images)

Las películas de Bernardo Bertolucci vestían al mundo exterior con color y belleza, siendo introspectivas al investigar los aspectos más controversiales y transgresores de la condición humana. Discutió la política y el sexo, a veces mezclando ambos conceptos, en obras que iban desde lo épico a lo minimalista con un aliento tan arrebatador que el público no podía evitar embarcarse en su viaje. Por eso, quisimos mencionar cinco de sus obras más destacadas para entender el legado y la visión de un artista único.

EL CONFORMISTA (1970)

Bertolucci había construido un nombre en 1964, cuando dirigió Prima Della Rivoluzione, una obra con influencias renacentistas y con un fuerte tenor político. Pero fue en El Conformista que creó su primera obra maestra. Rodada con la sombra del fascismo en sus talones, la cinta presenta a Marcello (Jean-Louis Trintignant), un funcionario del dictador Mussolini que tiene como misión asesinar a un antiguo profesor que huyó a París. Al margen de los cambios políticos y económicos del mundo a su alrededor, se refugia en la comodidad de mirar al otro lado incluso cuando el horror del fascismo está delante de él. Incluso cuando el agente de ese horror es él mismo.

EL ÚLTIMO TANGO EN PARÍS (1972)

El Último Tango en París fue una de las películas más polémicas de la historia. La prohibieron en varios países, convirtiendo al cineasta en blanco de una censura pesada (y, años después, de las mismas personas cuya libertad de expresión luchó para defender). La obra propone la discusión de los límites del arte, en especial con la escena en la que Marlon Brando mantiene relaciones sexuales con Maria Schneider. Como el sexo vende, la película se convirtió en un éxito incluso por la curiosidad en ver la violencia sexual y el caos emocional de manera tan explícita y cruda. Aunque haya tenido el reconocimiento como uno de los grandes momentos del cine mundial y haya elevado la erotización cinematográfica al nivel de obra de arte, el filme sigue dividiendo opiniones.

1900 (1976)

Bertolucci se formó como maestro de grandes épicas en este drama que acompaña al campesino Olmo (el espectacular Gerard Depardieu), un hijo bastardo de campesinos, y Alfredo (Robert DeNiro), un heredero de granjeros ricos. Su lazo de amistad de la infancia se esfuma por la división política y social, convirtiéndose en un escenario ideal para que el director creara una verdadera retrospectiva histórica de Italia desde principios del siglo XX hasta el crepúsculo de la Segunda Guerra Mundial. Es una de sus películas más políticas (lo que no es poco) y también uno de los filmes más poderosos del cine del siglo pasado.

EL ÚLTIMO EMPERADOR (1987)

El gran ganador de los premios Óscar en 1988 es el largometraje más popular de Bertolucci, y también el más accesible. Es curioso observar que, incluso con el barniz hollywoodense, Bertolucci no perdió la mano al abordar temas tan importantes para él, como la política y la  historia. El tono grandioso de la producción sirvió para contar una historia muy intimista. El Último Emperador es la biografía de Aisin-Gioro Puyi, el último líder de la China imperial, quien perdió el poder con la ascensión del partido comunista en 1949. La película navega entre flashbacks de su infancia, cuando lo proclamaron emperador siendo aún niño, su gobierno aislado en la Ciudad Prohibida en Pekín y su vida hasta la Segunda Guerra. Después de ser capturado por fuerzas soviéticas en 1945 y de haber sido arrestado en un gulag, lo devolvieron a China, en donde se convirtió en jardinero y bibliotecario. Una vida extraordinaria retratada por un cineasta en el auge de su talento.

BELLEZA ROBADA (1996)

Después de El último emperador, Bertolucci se arriesgó con dos películas grandiosas, Refugio Para el Emor y Pequeño Buda. Pero fue en Belleza Robada que redescubrió la delicadeza de presentar una buena trama, despojándose del peso político para contar la historia de una adolescente (Liv Tyler) que viaja a Italia tras el suicidio de su madre. La búsqueda por su identidad y el redescubrimiento de las pequeñas bellezas de la vida (arte, amor, sexo, inocencia) conducen una película muy linda y muy triste, que se convirtió en la última gran obra del director. Posteriormente, volvió a la mezcla volátil de política y sexo con Soñadores, pero tuvo aquí su último momento de belleza real.

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