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09 Noviembre 2018 | Roberto Sadovski

¿Cuál es el futuro de los lanzamientos de Netflix en el cine"

"Roma", de Alfonso Cuarón, abre un precedente para que otros cineastas puedan exigir el estreno en la gran pantalla de sus películas

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(Foto: TBI Vision)

Nada sería mejor para los ejecutivos de Netflix que adornar su ambicioso plan de producción de contenidos con un premio Óscar. Sería la manera de que la industria diga que los cambios están bien, que el modo de crear y lanzar películas podría evolucionar, que los profesionales atraídos por los dólares de la empresa están adelantados a su tiempo. Son visionarios. Solo hay un problema: a los votantes de la Academia les gusta ver películas en la sala oscura. Y eso podría ser un problema.

En este momento, aquí llega Alfonso Cuarón, el dueño de una estatuilla dorada por su trabajo en Gravedad, para sacudir aún más a la industria. El cineasta hizo una alianza con Netflix para realizar Roma, un drama autobiográfico, con una temática compleja y una ejecución… a falta de un término mejor… "artística". Rodada en blanco y negro, con un reparto formado básicamente por no actores, Roma se estrenó a finales de agosto en el Festival de Venecia, en donde ganó el premio León Dorado. Recibió aplausos en Telluride, Toronto, Nueva York e incluso en la Muestra Internacional de Cine en Sao Paulo. Se convirtió en la favorita para los premios Óscar del año que viene. Así, Netflix rompió su regla extremadamente rígida del "lanzamiento simultáneo en todo el mundo", incluso cuando una película tiene una ventana en el cine, y lanzará Roma tres semanas antes de dejarla disponible en su plataforma.

Ahí se creó un problema. A los cineastas, por supuesto, les gusta ver sus películas en el cine, pero también les gusta que Netflix les rellene el bolsillo. Otras dos películas se estrenarán antes del fin del año también con una ventana (más corta, de una semana) en los cines: The Ballad of Buster Scruggs, de los hermanos Coen, y Bird Box, con Sandra Bullock. Se ha establecido el precedente. Los agentes de grandes directores, cuando llegan a la mesa de negociación con la empresa, citan ahora el "tratamiento de Cuarón" para pedir espacio en la gran pantalla. Es un problema que necesita una solución, y rápida.

Claro que todo depende de las negociaciones. El caso de Roma podría ser una excepción, una discusión honesta en torno a una película que se ha convertido en un fenómeno, y que puede, como antes se ha dicho, dar un Óscar a la plataforma de streaming. Pero ¿qué hacer cuando otras películas con el mismo quilate golpean a la puerta? En realidad, la decisión no es solo de Netflix: sus ejecutivos tendrían que tragar en seco y entrar en el juego. Porque Roma sí entrará en el circuito. Pero estará lejos de redes gigantes como AMC, Regal y Cinemark: el acuerdo de la empresa se hizo con los estudios independientes Landmark, Laemmle e iPic. Sin embargo, anunciar el resultado en la taquilla no está en los planes de la empresa desde que el aclamado Beasts of no Nation, que recibió buenas críticas en el circuito de grandes festivas en 2015, se estrenó simultáneamente en la plataforma y en la pequeña Bleecker Street, recaudando apenas 90 mil dólares.

"Lo que la Netflix sugiere con esa ventana de exhibición minúscula es simbólico y nada más", dijo el presidente de la Asociación Nacional de Dueños de Cines (NATO), John Fithian. "Si se toman en serio la experiencia del cine para cineastas y para el público, tienen seguir el ejemplo de Amazon y de otros distribuidores independientes y garantizar una ventana más robusta."

Mientras más Netflix atrae a cineastas de punta, como Michael Bay, Steven Soderbergh y Guillermo Del Toro, más el fantasma de una ventana más grande en el cine se hace presente (y es ese grupo que ya está renegociando sus contratos, pidiendo el "tratamiento de Cuarón "). La pregunta es simple: ¿será que alguien desea ver una película de acción de Bay en la comodidad del hogar y no en una sala con una imagen cristalina y un sonido poderoso?

Si Roma y el premio Óscar elevaron el nivel de la discusión, el año que viene el tema va a prender fuego con la cercanía de The Irishman, el drama acerca de la mafia dirigido por Martin Scorsese, con Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci y Harvey Keitel. ¿Será que uno de los cineastas más importantes de la historia del cine se contentará con tres semanas en un circuito independiente? ¿Será que la mejor pantalla y el mejor sonido no serían esenciales para una producción de 130 millones de dólares, que necesita la experiencia completa? Y The Irishman es la punta del iceberg. El próximo capítulo en esa batalla tiene películas como The Laundromat, de Steven Soderbergh, un drama sobre el lavado de dinero en la política, con Meryl Streep y Gary Oldman, y The Pope, firmada por Fernando Meirelles, sobre el papa Francisco (Jonathan Pryce) y el papa Benedicto (Anthony Hopkins).

Los próximos meses serán determinantes para que se vea dónde el matrimonio de Netflix con las exhibidoras se detendrá. El dinero no es una cuestión, y es seguro que la gigante del streaming va a seguir invirtiendo millones en contenidos y hacer todo para que no sean descartados únicamente como "películas para la televisión", aunque no toda la película necesite del cine para estar completa. Hollywood está en la mira. Hay mucha gente esperando por el próximo movimiento. "Cuando haces una película para Netflix", dijo un ejecutivo de cine veterano a Hollywood Reporter, "no importa cuánto están dispuestos a pagar; todavía es como una hoja cayendo en un bosque".

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